
Parece que no es tan fácil subirse al caballo de la modernidad; tan fácil es no intentar montarse como saltar demasiado fuerte y volverte a quedar en el suelo.
En cualquier caso, llevo dentro un ramalazo kitsch que hace que al final me

Braunschweig, por cierto, tiene el honor de ser la ciudad que le abrió a Adolf Hitler (un político de los años 30) las puertas a la presidencia alemana, al adoptarlo como hijo predilecto de la ciudad, lo que daba derecho a cualquier extranjero a presentarse a las elecciones generales. Curioso humor el de los braunschweigenses (?).
No hay comentarios:
Publicar un comentario